Se
debatían un par ancianos por tirar aquél recuerdo que hace años les regaló Tita
Lola. No pude dejar de intervenir en aquella polémica, ésta vez de manera
gratuita me ofrecí a dar un cambio a aquel jarrón que se estaba debatiendo
entre el contenedor o vuelta al hogar.
Fue divertido y satisfactorio por
muchos motivos, pero lo que más sorprendió
es que en ningún momento surgió la desconfianza por mi ofrecimiento.
Camino a casa con el jarrón fue cuando pensé lo vulnerables que son la gente de
avanzada edad o simplemente que el paso de los años saben en quien confiar. Ese pensamiento me llenó de ilusiones decidiendo ampliarles el trabajo. Posteriormente
crecieron mis satisfacciones. Aquí lo dejo:
ANTES:
DESPUÉS:
FIN DEL TRABAJO:
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